martes, 25 de septiembre de 2012

Si vemos por la ceguera, y hablamos por lo no dicho, deberia existir un diccionario del silencio para que nos signifique el murmullo de las palabras cuando no estan en la boca, y nos salve del ruido que queda en el eco de la pronunciación.

martes, 24 de enero de 2012

Aquella sombra que se cuelga
sobre una huella seca,
recuerda lo añejo
de una partida.

Las vetas de la madera,
sobre la antigua mesa,
dan a luz al árbol
que fue.

Aquel viento
que hiela los huesos,
guarda el tiritar
del poco reparo.

Y estas manos
que están llenas de coplas,
revuelven las palabras
que quedaron en el vacío.

Que poco queda en el exilio
antes de llegar al regreso.

domingo, 22 de enero de 2012

La Tristeza

Me han cansado la vida, diciéndome lo del vaso medio lleno y medio vacío.
Ni medio lleno ni medio vacío.
El corazón acelerado intenta huir de toda forma, no quiere decir que se estanque, quiere escaparse hacia lo efímero.
Pero en el largo viaje, se da cuenta que no puede esfumarse ni abandonarse.

Esta en trozos, incompleto, tiene lo amargo y lo dulce de la espera.
Tiene eso letal del desarraigo y la fractura.
No cabe en este estado ni lo lleno, ni lo vacio.
Esta buscándose letargo, y en la somnolencia del canto va dejando pedacitos de su membrana.

El camino que deja atrás es paralelo al que aun no se marca.
Una suerte de utopía paradójica,
que al final de un punto de su vibración se encuentran.
Nada de nortes ni de sures.

Está ausente de lugares,
y cuando comienza a desarmarse,
ahí da cuenta de que aun
no va solo.

La tristeza se termina
cuando acepta al fin,
que es su única
compañera.

lunes, 16 de enero de 2012

IX

El hueco más silencioso, es el que más se hace oír.
Se entona en el rincón de la desdicha. Se alimenta de las palabras disfrazadas.
La apariencia aparente. Omnipresencia mentirosa.
Embriagado de dolor, es el más obvio.
Guardándose para sí, saca todo
y no da nada... mas que el ruido,
y aun así
es mucho.

Recordis

Se ha llevado todo. Las lágrimas se secan en la memoria.
Cuando no se tiene nada para decir no se dice, ¿y cuando se tiene un sinfín de palabras que no deben salir?
Quedan guardadas en esos rincones que desbordan la garganta, la hacen latir de dolor. Punzante nos recuerda que deberíamos callar, aunque las palabras se mueren por salir.
Quieren dar nombre a lo que escapa de ser nombrado. ¿Entonces eso es callar? En el vacío, tanta palabrería termina por suicidarse de indiferencia.
Entonces el corazón desangrado y desgarrado, tarda en darse cuenta que ya está muerto