lunes, 6 de julio de 2009

Ausencia

En el brebaje de la mañana
te espero adormecida.
Mientras vuelan algunas sedas por la ventana que sopla abierta,
miro de reojo el reloj que se mueve inusual
por estas horas que pasan solas y se ríen de ser fugaces al tiempo.
En la contemplación del atardecer
te oigo respirar cerca mío.
Y despacio, por lo bajo, como un valscesito desvelado,
me acurruco en un hueco de la cama.
En la noche, que llega desafiante
no me animo a mirarte.
Simplemente me curvo con tu cuerpo,
y como si el tiempo y el cuarto no existieran,
me despliego por tus entrañas,
y reposo rebosada
de estos días
que solos
duelen de ser llevados.

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