martes, 2 de diciembre de 2008

Edén


Por mi ventana se puede observar un jardín oculto, que solo yo veo porque creo en los mitos, en los cuentos de voz y las plegarias de los viejos que rodean el almacén por la noches y se bañan de vino .Allí se cuentan y se creen muchas historias, historias para contar e historias que quedan en la memoria y otras que son guardadas en lo mas profundo del alba. Mi ventana cuelga de los pies de un Dios abismal, que pocas veces viene a visitar, esta recubierta de jazmines y una parra que da uvas en verano, y da vino en los buenos tiempos. Yo soy la espía, la vigía de mis espejos cortinados, que se elevan un poco cuando el viento las acaricia y les hace cosquillas para que cante y susurre cantando.
Lejos del jardín, pasando un poco el amanecer comienza a asomarse la esquina dorada, refugiante, en la que siempre ame y fui amada .Allá jugaba poco, iba en soledades a leer cuentos, a bailar sola, a charlar con mis penumbras. Los árboles cubrían el espacio, y allí no había tiempo, allí la vida continuaba como continua en casi todos los mundos, inmensa y abstracta. Yo era la nena que esa esquina deseaba y era hermoso ser el universo que me llamaba y me besaba.
De regreso a casa, daba vuelta la cara que cubría de aires frescos y miraba una vez mas el jardín de fondo, los cánticos de una ventana que tenia vida propia y una esquina que redoblaba en un camino que se unía a una niña espía de nostalgias y encuentros, como casi todas las niñas de esa edad.

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