martes, 2 de diciembre de 2008

Fotografías IV

En el ocaso del amanecer, en los restos de la noche que hostiga con mi encuentro, en mis manos que tiemblan esperando hay una esfera de compasión y una debilidad cruel que insita. Todavía es primera hora de la mañana y el sol aun se besa con el agua y entonces forman un cuadro perfecto de mis días. En mi cabeza retumban muchos días y muchas deshoras y destiempo, merecidas del largo trabajo de apaciguado despertar; un continuo sin fin de paciencia. Me lavo la cara, me aclaro las ideas y dejo que mis ojos capten lo vivido, lo que ahora se esta moviendo en conjunto conmigo...una persecución del tiempo.
Entonces siento que mi cuerpo ya no es carne, ni un saco de piel ni nada que me nombra y que me forma. Estoy desnudo y apacible, ya no espero sino reposo y poco a poco soy lo que alguna vez fui o seré; quien sabe. Estoy dentro de la fotografía, soy vivaz y un retrato de aquel que me atrapó.

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